Un feriado a la mañana, con el sol al fin el alto, partimos para el Lower East Side en subte. Recorrimos un poco el barrio fascinandonos entre los locales antiguos que venden corsets como hace 100 años, los bolichitos nuevos con aspecto de viejos, el ritmo del barrio y de los vecinos que hacen cola sin problema fuera de una panadería diminuta para comprar sus bagels y tener un desayuno tardío.
Es de las partes más antiguas de la ciudad, donde se establecieron las primeras capas de inmigrantes centroeuropeos, judíos e irlandeses y donde hoy se ubican los portorriqueños que han logrado dar a conocer el barrio como "lowesaida". No es un dato que se me pase de largo que las sillas y mesas públicas que en centro son livianas y fáciles de transportar, aquí están abulonadas al piso.
El local funciona desde finales del 1800! y es una esquina muy grande, con 2 salones caóticos y un tanto desprolijos. Y es el único local que conocí en New York que solo recibe efectivo. Pasar la puerta, es entrar en otra dimensión. Tomás tu bandeja, y te plantas delante del primer despachante que te mire y le pedís lo que querés, te anota en el ticket el precio, lo mismo con las bebidas o cualquier otra cosa que desearas. También está la opción de ser atendidos por un camarero, pero para eso hay que conseguirse una mesa contra la pared.
Acá la gente entra, come y sale, casi como si la puerta de entrada fuera giratoria. El salón tiene apenas 2 curiosidades que encantan: el cartel de la mesa donde se filmó la famosa escena de "Cuando Harry conoció a Sally" y un mural con la leyendo "Send a salami to your boy" que se corresponde con una costumbre del negocio: enviar sus salames a los soldados americanos a cualquier punto del globo donde se encuentren.
Pedimos el sandwich de pastrami, con mostaza antigua y pepinitos de guarnición (alrededor de u$s 12) una maravilla altísima, tibia, tierna, deliciosa... La carne cocida a baja temperatura da lo mejor de sí, y uno siente que valió la pena venirse hasta acá. Los pepinos los sirven en 2 versiones: apenas curados y muy vinagrosos. La idea es ir mordiendolos cada tanto para limpiar el paladar. Es para 2, tener en cuenta a la hora de pedir. Nos tomamos una Canada Dry y salimos con el lama llena de felicidad a otro local a media cuadrita: Russ e hijas... pero esa es otra historia!
viernes, 14 de junio de 2013
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qué lindo paseo!
ResponderBorrarespero que sigas contando!
Gracias por el comentario! está bueno compartir!
ResponderBorrarbeso