domingo, 30 de septiembre de 2007

Comer solo

Muchas veces me pregunté porque la gente toma tan mal el hecho de ir a comer solo, llevan un libro, llevan el diario, llevan la palm, la notebook o cualquier otro elemento detrás del cual se puedan ocultar, comen con el plato de costado, como una necesidad, y renunciando al placer.
Te sentás y el mozo te pregunta, espera a alguien? es embarazoso decir que no, que uno solo quiero una fiesta unipersonal y privada, una cita con uno mismo y ese excelente plato que vimos en el menú pegado en la vidriera... o en la pizarrita escrito a mano, queremos disfrutarlo sin interrupciones, sin parar para hablar y mirar a los ojos a un compañero ocasional, sin dejar que nadie meta el tenedor en nuestro plato elegido, para ver "que tal está".
Se me antoja una fiesta para los sentidos, el ir solo, cumplir toda la ceremonia, dedicarse a saborear cada bocado solo con nuestra comida, ahí y en ese momento, como una ocasional premiación para los sentidos, un mimo, un capricho... cuantos restós queremos conocer y no encontramos con quién? puede que sea porque son caros, alejados, de comida exótica... por miles de motivos, muchas veces nuestras elecciones no motivan a los demás a acompañarnos... nos vamos a quedar sin conocerlos por no tener un gozador de turno dispuesto a ser de la partida?
Después están esas malas elecciones, que se hacen, para que la mesa sea para dos, almuerzos imposibles, con gente que no nos interesa, que no nos atrae, que monopolizan la atención, la conversación y la panera... Otra compañía repelente? Esos que siempre están desconformes, maltratan a los camareros, se quejan desde el doblado de las servilletas hasta de la vela de las mesas... una tortura, salimos de comer, mas que con satisfacción, con un nudo en el estómago...
Entonces, después de ponderar todos estos puntos, me voy a empezar a regalar almuerzos tan solo con mi compañìa, disfrutando de cada plato y mirando a mi alrededor.. a ver como se aburren los demás! ;) Después les cuento, que tal me fue en la extraña categoría de singles que comen y disfrutan y no mueren en el intento!

Katmandú




Volvemos al ruedo visitando restaurants... mi deporte favorito! El elegido de hoy fue Katmandú, sobre Av. Córdoba, a mi saber, el único resto de cocina India de Buenos Aires, la ambientación es moderadamente buena, con camareros vestidos para la ocasión. Falta un poco de pintura, eso si.... Comimos en el piso de arriba, que es bastante ruidoso.
El cubierto incluye unos chapatys, lease pan finito y flexible, con una selección de chutneys. Fuimos directo a los principales, pues lo que habíamos elegido como entrada resulta que era un plato para 6 y no lo hacen en media porción :(
Cordero al Tandoory (horno vertical típico de la cocina India) que maceró durante horas en leche y azafrán... un poco seco para mi gusto y acompañado de unos hilos de repollo sin gracia. El otro principal era un curry de pollo que a pesar de haber sido pedido picante, estaba hasta poco sazonado, una porción de arroz Basmati (sin sal) y otro de esos pancitos... que sale $6 como adicional...
Tomamos un vino rosado Santa Julia Syrah Rosé para recomendar...
A la hora de la cuenta, traen unos traguitos de helado de limón con canela y vodka, muy refrescantes. Esto que les conté, $112 un poco caro, no? las porciones no son abundantes...
Lo bueno, hay 20% de descuento con club La Nación y después pueden contarle a la gente que comieron comida India! jajaja
Mi opinión 5 puntos.

sábado, 22 de septiembre de 2007

Café San Juan


Hoy fuimos a cenar con Mariana (amiguisima y pastelera) a Café San Juan. Una joyita de 30 cubiertos, que se pasa susurrando de boca en oido. De afuera no dice NADA, es más, si no lo conocés, podés pasar por la puerta mil veces, sin siquiera mirar adentro.... debe de ser uno de los secretos del éxito! Eso, y tener reservada la mesa de antemano, si no, es casi imposible que logres sentarte a comer.

Se acercó un camarero con unas pizarritas escritas a mano, con la lista de las entradas y los principales, elegimos para empezar, un paté de conejo con confitura de ciruela. Al poco tiempo, llegaron unas doradas fetas de pan de campo, con una generosa porción de paté por encima y salseado con la ciruela... Increible! El paté estaba sedoso, muy sabroso, pero para nada pesado, con los condimentos justos y la consistencia ideal, las ciruelas eran una sutileza de acidez que acompañaba a las perfección el plato, casi no pudimos hablar mientras comiamos la entrada, porque estábamos muy concentradas.
El principal, yo ya lo había probado la vez anterior, ojo de bife con aceite de chorizo colorado y papas y morrones sarteneados... una maravilla! El punto de la carne, perfecto... jugoso, es jugoso, no hay eufemismos ni malos entendidos, el punto lo respetan a rajatabla, aunque sospecho que muchos argentinos no acostumbrados al verdadero jugoso, devuelven el plato a la cocina para mas enmarronecimiento de la sagrada vaca. Era sabroso, los sabores se diferenciaban perfectamente unos de otros, MUY abundante (tener en cuenta a la hora de pedir, todos los platos de carne son para compartir) casero, con la justa sazón... realmente para no perdérselo.
Algo que no me gusta: la panera... los panes tienen en su mayoría una fermentación ácida, y una miga seca, con mucha costra... el intento de poner diferentes panes en bueno, pero los comensales se inclinan por los mignones comprados y las tostaditas con ajo y aceite. No es un cosa de hoy, en mi otra visita, y en otras que me han comentado, el pan era exactamente igual a como lo describo.
El postre... a pedido de Mariana, pedimos la torta de queso y cassis... muy buena, aunque no soy fan de los dulces, cortó perfectamente el paladar graso del principal, refrescó y tenia una acidez muy bienvenida.

La relación precio-calidad es muy buena, y precio-cantidad, aun mejor.
El promedio por persona con una copa de vino, ronda los $40.
El servicio es atento y ágil, y se mueve con destreza por el poco espacio reinante.
La dueña de casa, muy amable, hace apoyo a los camareros.
Teléfono para reservas 4300-1112

Mi puntaje 8,5