miércoles, 30 de marzo de 2011

Porota


Imagínense este escenario: una vecina abre la puerta de su casa, pone 3 mesitas en la vereda y sirve comida casera. Suena genial, no? así te sentís cuando comés en la veredita soleada de Porota. Es cálida, con rica comida de la que te hacía tu abuela con una vuelta de rosca, con platitos de café mezclados y una onda informal, que se agradece. Una guirnaldita de tela por acá, una reposera con una manta por allá, y toques de encanto por doquier. También con un bañito donde los empelados cuelgan su ropa y al que se llega atravesando la cocina...  

Pero... también se van a sentir atendidos por la sobrina torpe de la vecina, con un delantalito a la cintura, que no puede retener la lista de dos (2!) bebidas y quién las pidió... me explico? El servicio es leeeento... para el plato del día esperás 20 minutos y sin ni pan con manteca para picotear. Se olvidan de todo, pedís varias veces las cosas, el café te lo traen sin endulzantes y hay que pedirlos, y eso fastidia! Entre la cocina y la vereda, hay 20 pasos. De todos modos, nadie puede ir a un lugar así y esperar que lo atiendan profesionales de saco blanco, así que se la perdonamos.

La comida es rica de verdad. Sin vueltas. Pedimos brótola al verdeo con puré rústico ($35) el pescado en un punto genial y el puré con cascaritas. También una provoleta con colchón de rúcula y tomates concassé ($30) los 2 platos venían acompañados con una bebida: agua o té (en un arranque de fundamentalismo, solo hay té, licuados y aguas...) Acompañamos el cafecito con un muffin de chocolate y ciruelas ($8) chiquitín y un poco seco, y una porción de budín de mandarinas, que es la especialidad de la casa, bien húmedo, sabroso y amarillito, con baño de glasé ($10) como lo hacían mis abuelas. Para hacer fiaca en la vereda y comer al lado de los actores que huyen de las productoras para ver la luz del sol (a mí me tocó Rafael Ferro al lado y es más lindo que en la tele!)

Mi puntaje : 8


Gorritti 5881

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