En el marco de Casa FOA 2010 y en el corazón de "La Defensa", se encuentra este local amplio, de techos altísimos, casi una caja de vidrio y metal, sin puerta, al que se accede desde la calle ,dándole un aire de almacén de campo. El nombre se debe a que su creador es Pablo Massey, que decide incursionar de esta manera, un un rubro que hasta ahora le resultaba extraño.A la entrada un gran mueble reciclado con panes, tés de Thealosophy y algunos objetos de época. Al fondo un jardín exuberante. En este espacio hay un item destacable: las sillas que tienen el honor de haber obtenido la medalla de plata en la expo de referencia. Lo extraño es que son inusitadamente "petisas" y hay que agacharse bastante para sentarse, aunque después resultan confortables. Los manteles son super cancheros, porque replican las sábanas ajustables y son a cuadros rojos o azules. Las servilletas son de papel y la sal, semigruesa.
El servicio es muy cordial y simpático pero son adherentes del fastidio al obligar a los que van de a 2 a sentarse en mesas individuales aún con un
local inmenso y vacío como puede estar un día de lluvia torrencial. Están vestidos de una manera que hace pensar automáticamente en el look de Pablo, y eso está bueno. La carta es... exigua, corta, casi inexistente y todas las expectativas que te hiciste dan por tierra pronto. Hay 3 sandwiches (2 de carne y uno de jamón crudo con manteca, chin pun, si te gusta bien y si no...) Hay 3 pizzas, 4 ensaladas y 3 bruschettas. Algo para no dejar pasar, la panera TE LA COBRAN $10 y trae 4 grisines, 2 trozos de focaccia, 3 trocitos de pan de pizza... y ya.
Pedimos una bruschetta de flor di latte que sale con rúcula y un tomate seco ($22), el pan estaba muy lejos de la crocancia y casi casi lindando en el ensope con aceite de oliva (de muy buena calidad, eso sí...) Luego una ensalada de salmón ($37) que sale con colchón de hojas verdes, palta en cuartos, algo de sésamo y una feta de salmón ahumado, que no justifica su precio, a pesar de ser muy rica.
El tema de los precios, incomoda, siendo un lugar donde sólo se puede almorzar: un sandwich discreto y sin acompañamientos, sale $40 y una limonada $18. Una medialuna $4 y una porción de tarta de frutas $25.
Todo es exquisito pero si pensás en pasar, comer algo y seguir, no conviene. Te sugiero que hagas turismo en Buenos Aires, almuerces y aproveches que en la esquina está el museo de la ciudad pegadito al de los juguetes... En frente San Francisco y San Roque, que aunque se hayan en refacciones son preciosas.
Mi puntaje: 6,5 Defensa 286. Abierto de 10 a 19 hs. de lunes a sábado.
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