En un predio grandioso, con muchos juegos para chicos, espacios de sombra donde los vecinos se sientan con el mate, muchos árboles y un estacionamiento gigante, se encuentra el famoso Parque cervecero que otrora perteneció a la cervecería Quilmes. Posee quioscos de expendio de bebidas y helados y un restaurant gigante... GIGANTE!! Cuenta con un escenario donde suele haber recitales de música folclórica.
El servicio es lo primero que trastabilla, es desorganizado y si bien las camareras se esfuerzan, todo queda tan lejos (la cocina, el bar, el puesto de postres) demoran, se confunden, se olvidan... y a uno hasta le da pena insistir con el hielo o los condimentos cuando hay que hacer 2 cuadras para traerlos. Con un vestuario demodé, tienen un jefe de salón entrado en años, que es el que resuelve un poco el caos.
Eramos muchos en una mesa grande, la cerveza tirada está bastante bien ($7) y es lo que más sale, increíblemente, sin siquiera un maní para acompañar... las gaseosas son de máquina y espantosas ($8) una picada cotiza en $160 para 2. Pedimos una caliente que viene con 2 chopps ($55) que trae ravioles fritos con salsa, una especie de nuggets y otras cosas espantosas que no probé. Los sábados al mediodía hay asador ($58 en vacío) pero estaba duro. Las papas fritas son congeladas ($20). Hay algunos platos de la cocina alemana, como salchichas con chucrut ($39) bien las salchichas, espantoso y con gusto a fermentado el chucrut. Las mini tortas tienen buena pinta y salen $26 cada una. El café $12.
Cobran servicio de mesa, por absolutamente nada ($6)
En resumen, olvidable.
Mi puntaje: 5
Triunvirato al 700, Quilmes. (se puede reservar mesa)
miércoles, 12 de septiembre de 2012
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