El local es bello, bien decorado, con una atmósfera intimista, donde uno puede comer en la vidriera, recibiendo la magnífica luz natural que viene de la calle, o puede tomar un libro o una revista de las estanterías tan al alcance de la mano, mientras en la tele, está sintonizado un canal de cocina. Hay unas mesitas más en el entrepiso, y una de sillones. Las mesas están puestas sencillas pero bonitas, con individuales redondos, y los elementos justos y necesarios.
El servicio es amable y sonriente, aunque apenas olvidadizo.
Una crítica ante todo, como muchos lugares, cuando pedís entrada, se "ahorran" en dip que viene con la panera... es necesaria esta mezquindad?
El menú del mediodía está planteado por pasos, 1 paso bebida y café, o 2 pasos bebida, café o postre. (alrededor de $60 el primero y $75 el segundo, pero no lo recuerdo con claridad). Pedimos unas patatas bravas para empezar, que de bravas no tenían nada y de especiales tampoco ($30). Mi amigo pidió un risotto, que tampoco era nada especial, y al cual le faltaba cremosidad. Y mi plato principal, era una tapa de asado perfecta, jugosa, apenas resistente, bien sabrosa y que salía con una ensalada de verdes con trocitos de queso macerado y cherrys. Muy rica. El café es muy rico también.
En conjunto, no era lo que esperaba, pero no está nada mal.
Mi puntaje: 7,5
Moreno 477, los viernes, cena degustación.
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