
En este caso, la esquina que ocupa, no tiene ni uno ni 2 pisos... nono! ocupa 3 (tres) pisos con parrillón en la vidriera, despacho de comidas para llevar, pelotón de motos para el reparto y una cola eterna que desciende por las escaleras esperando que un señor mayor con corbatas de personajes de dibujitos animados los acomode en alguna mesa.
El servicio es muy muy bueno, los mozos tiene paciencia, cambian las guarniciones sin chistar, consiguen pancitos negros, sonríen ante las bromas de los clientes, jamás se olvidan el hielo y suben y bajan escaleras con inmensas bandejas cargadas de comida.
Como acá se viene a comer comida de toda la vida, pedimos lengua a la vinagreta ($23 la media porción) que viene en gruesas fetas tiernísimas y con la salsita un tanto excedida en vinagre y pasada por la procesadora por encima. También las rabas ($46) ni muy muy ni tan tan, aunque notablemente sequitas. Y para terminar el trío de clásicos el pollo a la provenzal ($69 el medio... comimos 3) que sale en bocaditos con papas noisettes de las de verdad. Los postres se veían bien, pero no compramos. Ojo que aunque es un restaurant muchos piden parrillada y pizzas.
Mi puntaje: 7
Rincón y Alsina, no hacen reservas.