Las callecitas del centro tienen ese no se que, de ir y venir constante, de traqueteo infernal, de "tengo una hora para comer", al mediodía todo es fiebre, todo es correr... de noche, se van quedando desiertas, con otro ritmo más parsimonioso, con el público de los teatros que arrastra su humanidad hacia los muchos lugares clásicos que quedan en la zona... Edelweiss, es uno de ellos. Allá lejos y hace tiempo, fue una cervecería alemana, hoy en un restó de carta porteña, con algunos clásicos alemanes en el menú, como las salchichas con chucrut o el jambonet.
De clásico también le quedan la buena vajilla, las servilletas gruesas, los mozos que traen la salsa tártara antes de que uno lo pida, que están atentos pero que no se ven, que se saben la carta pero no alardean, y reconcilian un poco con el concepto de servicio olvidado en la mmayoría de los lugares. La panera por supuesto que no tiene sorpresas, traen manteca en paquetitos... todo muy de los ´70.
Pedimos un plato de quesos surtidos, que estaba muy bien, con quesos de buena calidad clásicos y estacionados. De principal el pollo deshuesado al verdeo ($42 dorado, humeante, crocante, con unas papas españolas gloriosas, de esos platos que reconfortan el alma solo con verlos) y un abadejo a la plancha sobre colchón de rúcula ($46, sin secretos pero muy bueno). Pasamos de los postres clásicos y tomamos un café delicioso... Una pastillita: tiene cortinas por todos lados y boxes reservados, el secreto del lugar, será que es ideal para ir de trampa??? Si hasta parece que en cualquier momento, Olmedo y Porcel cruzan la puerta! Mi puntaje: 7,5 Libertad 431, el salón es grande, vaya sin problemas ni reserva.
martes, 18 de mayo de 2010
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