La gastronomía de cada región, tiene un por qué, elementos que se fueron entrelazando para dar como resultado los platos típicos. Ya sea lo que se produce en el lugar, lo que se almacenan, o las influencias de los pequeños grupos de personas que se afincaron en un sitio, trayendo sus tradiciones, sus gustos, sus estilos su sabiduría.
Es así, como podemos encontrar trazos árabes en las comidas de Santa Fe, incluyendo su archifamoso alfajor de muchas capas. Encontramos muchas comidas españolas en Mendoza, torta galesa en Chubut, comidas alsacianas en Córdoba, ensaimada en San Pedro.
También varia la manera de hacer las mismas comidas, a lo largo y ancho de la República... por caso, las empanadas, son tantas versiones como provincias... en Mendoza redonditas y con pasas, en Jujuy, al horno de barro y con trocitos de papa, asi, cada región, cada pueblo, incorpora las cosas que más lo caracteriza.
Ahora, sabrá igual un lomito de llama en un restó de Palermo, que en el centro de Purmamarca? Esa misma trucha en Puerto Madero y en el borde del Nahuel Huapi? Así, podría citar mil ejemplos de cosas que a pesar de que hoy por hoy, todo llega fresco y por avión a Buenos Aires definitivamente, no es lo mismo.
El paisaje, nos subyuga, nos sumerge, nos intimida, nos invade, y le da el marco a que disfrutemos el por qué de cada condimentos, de cada aroma. También, podríamos citar el amor y el orgullo con que sin lugar a dudas, un cocinero nativo, trata su materia prima, el respeto que le es impuesto, por lo que corre por sus venas... pura tradición.
Vale la pena hacer turismo vale la pena disfrutar y vale la pena, probar in situ.
sábado, 22 de noviembre de 2008
martes, 18 de noviembre de 2008
Me leva Brasil
De afuera, parece un bodegón de esos típico de Palermo, mezcla de bar de copas y minutas al paso. Entramos porque descubrimos el nombre, y ya tenía ciertas referencias en cuanto a la veracidad de su comida. No hay manteles, ni siquiera individuales, las servilletas son de papel, y la carta una triste hoja fotocopiada blanco y negro y plastificada. Una tele, proyecta programas de la tele brasileña, en un volumen que no es el deseable para una cena. La deco es como la de un chiringuito de la playa, la onda, no.
El servicio deja mucho pero mucho que desear... con decirles que fue el camarero quién no contestó el "buenas noches" creo que les digo todo. Camarero autóctono, eso si, lo cual le agrega "cierta" gracia al asunto... solo cierta, porque lejos de morochos simpaticones, tienen rubios mala onda.
Al fin, luego de no poder tomar el jugo de mango que habíamos pedido ("no hay") pedimos unas entraditas... y entendimos como este engendrito está abierto desde el 2002 : exquisitas croquetas de peixe ($12) que mejoraron mucho cuando traje la sal y el picante de otra mesa, que a pesar de estar fritas, estaban crocantes y untuosas y para nada pesadas. También pedimos empanadinhas de queijo ($12) muy parecidas al chipá y deliciosas. De principal, le elección fue genial : Moqueca de peixe ($46) una posta de pescado blanco, en su justa cocción, con leche de coco y salsa de verduritas, con unos aromas espectaculares y acompañado de arroz blanco.
Los precios son un poco altos, para tan poco servicio, para vajilla de fonda y bla, pero la comida vale la pena, dicen que la carta de tragos es muy buena. Altamente recomendable para ir en grupo y pedir las entradas, con cervezas nativas y dejarse llevar.
Mi puntaje: 7
Costa Rica 4488 4832-4290
Tomates confitados
1 kilo de tomates perita
2 dientes de ajo
aceite de oliva
aceto balsámico
orégano
Cortar los tomates en cuartos, acomodar en una asadera, con la piel hacia abajo. Rociar con todos los demás ingredientes y salpimentar. Rotarlos a mitad de cocción.
Cuando estén listos, usarlos para sandwiches, ensaladas, bocaditos y demases comidas veraniegas.
miércoles, 5 de noviembre de 2008
Café San Juan (revisitado)
Hace más de un año, empezaba este blog, con este restó como primer reseñado. Pasaron más de 150 post y he vuelto, encontrándome con la misma calidad, el mismo servicio y la misma buena onda.
La decoración no varió, solo una pequeña ampliación, alberga 10 cubiertos más, en este pequeño sitio, que apunta a la calidad sobre todas las cosas, es como si uno comiera en el living de Leandro Cristobal, el chef propietario, uno lo ve agitarse con pasión detrás de los fuegos, solo lo separa del salón, una barra, con capacidad para 4 cubiertos mas. Tienen 2 turnos, con estricta reserva, a las 21 y a las 23 hs. Todo está aceitado para disfrutar la experiencia, aunque podría parecer que no, con los tiempos justos.
El servicio es atento, muy... mi camarero me trajo 5 veces tostaditas, sin poner ni una sola vez, un gesto de fastidio. Están vestidos cancheros, con larguísimos delantales negros. La comida se elige de unas pizarritas escritas a mano, que si bien son simpáticas, hacen apurar demasiado la decisión. Saben sobre vinos y están dispuestos a asesorar al comensal.
Pedimos 2 principales, pues por sugerencia del camarero (acertadísima) era más que suficiente sin entrada. Un ojo de bife SEN-SA-CIO-NAL ($49) al punto pedido, enorme, con costra de ajo, y salsa de pimientos y chorizo colorado... un manjarrrr! Las papitas que acompañaban deliciosas!!! El plato ,se puede compartir, si antes pidieron una entrada (entre $14 y $25, tapas o la especialidad de la casa: Empanada gallega). El otro era un plato de costillitas de cordero ($47), humeantes, repletas de aromas, con unas papas salteadas con tomatitos cherrys, champignones... verdeo... UNA GLORIA! No es barato, y solo aceptan efectivo, pero vale la pena.
Capítulo aparte, los postres: sumamente caseros, y hechos por la mamá del chef... el papá es el adicionista y asi todo queda en casa. Pedimos un Bavaroise de maracuyá... exquisito, y por solo $16.
En suma, armarse de paciencia, tomar el teléfono, llamar al 4300-1112 y a disfrutar una experincia gastronómica fantástica.
Mi puntaje: 9
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