miércoles, 25 de septiembre de 2013

El riesgo incierto de las porciones para compartir

Uno ya se sabe los lugares esos, donde supuestamente (y ya veremos en que escalón apoyo lo de supuesto) las porciones son "para compartir". Esos que adoran los que adoran los bodegones, los sitios donde se huele a frito, y vos te vas con el mismo hermoso perfume y te avergonzás toda la tarde al menor movimiento de pelo, porque es absolutamente persistente.
Cuando alguien me destaca como valor "las porciones son para compartir " tiemblo. De verdad. Se me erizan los pelitos de los brazos y me veo venir lo peor en forma de monstruosa Maryland. O de balde de fideos. O de torre de chinchulines y riñones.

 Cuando una porción es "para compartir" quiere decir que vale doble o en todo caso, es 1 porción y media. Así que como las frazadas cortas no cubre todo los requisitos! o gastás lo mismo que eligiendo 2 patos en un lugar coherente o te quedás con hambre, porque finalmente las papas fritas no eran tantas. Pero además... por que me obligan sistemáticamente a acordar con el otro lo que quiero comer? si yo quiero ravioles y el otro salmón, como podremos acordar comer un matambrito al verdeo? Y ojo que es compulsivo eh! los que tienen "porciones para compartir" jamás tienen "media porción". Es o TODO o NADA, y que el comensal se las arregle. 



A que obedece esta maniobra? al engaño, seguro! Porque el argentino promedio adora pensar que está "haciendo negocio". Pero además, le simplifica el trabajo a la cocina, que con un morroncito más y una feta de jamón, estira un plato, cobra doble y sirve a 2 con el esfuerzo de servir a 1. 

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