Un nuevo concepto en pizzerías, con una estética renovada, tamaños superlativos y buena materia prima. Ubicadas en lugares neurálgicos de la capital, están instaladas hace bastante tiempo. El menú está llenísimo de menciones de los proveedores con los que trabajan.
Es destacable el servicio, amable, atento, paciente, sonriente! quizás sea el punto más alto de la experiencia en este sitio.
La pizza en sí, a pesar de las combinaciones fashion de ingredientes, tienen un punto de amala u odiala: son muy finitas, casi como una galletita express, en exceso crocantes, lo cual genera en los comensales una lucha encarnizada con los cubiertos que termina mal... resignados, se los ve a todos comiendo con las manos, incómodos porque esto no es New York y nosotros no tenemos la costumbre de comer de ese modo. Luego, sobreviene el otro gran inconveniente: se pida lo que se pida, la pizza sobra, porque si bien finita, es un disco gigante. Entonces te la envuelven, vos te la llevás y la terminás tirando porque es imposible de calentar, imposible de comer fría, imposible de todo... una pena.
Pedimos la super famosa de la casa (rúcula y jamón crudo alrededor de $100) estaba bien en cuanto llegó. También pedimos una pizzeta de jamón que venía en el menú infantil, con los mismos problemas que la grande, aunque sabrosa. Gastamos alrededor de $200 que para un matrimonio y una nena es muchisimo. (en El Cuartito comen 5 por la misma plata, con muchísima más muzzarella a favor del comensal)
La carta tiene muchas promociones, estudiarlas antes de pedir!!
Una cosa tremenda: como el local es pequeño y aprovecharon hasta el último centímetro, en pleno invierno, los clientes esperan en la vereda para ser atendidos.
Mi puntaje: 7
Frente al parque Rivadavia y sucursales, buscarlas en la net.
martes, 21 de agosto de 2012
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